Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán
(Jn 15, 18-21 )
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Después de colocar los fundamentos del amor, Jesús continúa mostrando cuál es el amor que nos propone: no se trata del amor que nosotros nos damos, a veces tan cargado de intereses humanos, sino del amor de Dios por nosotros, del amor que está dentro de nosotros: Este es mi mandamiento, dice el Señor: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado”.
¿Y cómo nos amó Jesús? Donándose a todos sin reservas y sin condición. Por eso, continúa diciendo: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. Dar la vida es el amor propio de Dios que Jesús nos enseña a vivir con actitudes y gestos humanos de compasión, misericordia y ternura.
Y este modo divino de amar Jesús lo demuestra tratando a los discípulos como amigos. Es hermoso ver cómo les declara abiertamente su amor: “No fueron ustedes que me eligieron, fui yo quien los elegí; ya no son siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su Señor, ustedes son mis amigos”.
Reflexionemos: ¡Ser perseguidos por causa de Jesús es un honor y una gloria para quienes tenemos la dicha de seguir sus pasos! ¿Tienes miedo a ser criticado a causa de tu fe? Virgen de Fátima, madre nuestra ayúdanos a responder al amor de Jesús como Él espera de nosotros.
Oremos: Señor, ya que nos das la alegría de conocerte y de seguirte, danos también el valor y la paciencia para manifestar tu amor. Líbranos de todo temor. Amén.