
Los discípulos: Pedro, Santiago y Juan, habían subido con Jesús al Monte Tabor, y allí tuvieron su experiencia de Dios. Vieron llenos de miedo y asombro a Jesús transfigurado en medio de Moisés y Elías. Al bajar del monte le preguntan a Jesús, el por qué dicen los escribas, que primero tiene que venir Elías. Y es que los escribas esperaban que primero viniera Elías y después de él, el Mesías. Jesús contesta la pregunta de sus discípulos, afirmando que Elías ya ha venido, pero no lo reconocieron, sino que hicieron con él lo que quisieron. Y que de igual manera, el Hijo del Hombre iba a padecer a manos de ellos. Los judíos creían que antes de la venida del Mesías vendría el profeta Elías, por tanto, si no ha venido Elías, tampoco había llegado el Mesías. Ni Juan el Bautista, ni Jesús fueron reconocidos.
¿Vivimos la cultura del ruido, la inmediatez y la prisa, ¿solemos dedicar algún momento del día a la oración y silencio, para poder escuchar a Dios?
Señor, Jesús, enséñame a reconocerte en este tiempo de Adviento como el Mesías de mi vida y de mi corazón. Como Aquel que llena de sentido cada realidad que vivo y me mueve desde adentro, a ser mejor persona.Amén.
Los discípulos tuvieron su experiencia profunda de encuentro con Jesús. Seguirle implica compromiso. Son muchas las personas, que han optado por Jesús, que le han dicho “sí”. Pero tener el encuentro con él es fundamental, porque eso marca necesariamente nuestra vida y nos da fuerzas para no desfallecer ante las adversidades que se presentan en su seguimiento.


