“Vino como testigo, para dar testimonio de la luz” (Jn 1, 7)
El evangelio de este Tercer Domingo de Adviento nos presenta de nuevo la figura de Juan el Bautista, gran protagonista de este tiempo litúrgico. Gracias al evangelista san Juan, hoy podemos reconocer otros rasgos de la personalidad y la misión de este gran profeta. La primera de ellas, es que Juan es testigo de la luz, es decir, aquel que con su vida y anuncio llama a la conversión. En segundo lugar, Juan es “la voz que clama en el desierto, enderecen el camino del Señor’, como dijo el profeta Isaías”, manifestando con su anuncio profético el paso de la tradición del Antiguo al Nuevo Testamento. En tercer lugar, bautiza con agua como signo de penitencia, ya que después de él vendrá, quien a través de su vida reconciliará a la humanidad con Dios. Pidamos al Señor en este día, que a la luz del testimonio de Juan, nosotros también podamos revisar nuestra vida para reconocer aquellas realidades de pecado que necesitamos transformar.
Reflexionemos:
¿Qué llamados nos deja el anuncio profético de Juan el Bautista?, ¿cómo podemos vivir en este tiempo de Adviento el llamado a la conversión?
Oremos:
Ayúdanos, Señor, en este tiempo de Adviento a ser testigos de la luz y profetas de la esperanza como Juan el Bautista. A abrir nuestro corazón a la conversión y a la vida nueva que tú nos das, a través de tu nacimiento. Amén.
Recordemos:
Somos testigos de la luz en la medida en que nuestra vida refleje las enseñanzas de Jesús.
Actuemos:
Vivamos en esta jornada un momento de reconciliación y penitencia que nos lleve a expresar a Dios la inmensa necesidad que tenemos de su amor y misericordia.
Profundicemos:
Juan Bautista es una de los personajes principales del Adviento. Profundizar mucho más en su mensaje, nos ayudará a vivir en este tiempo litúrgico de manera más consciente el llamado a la conversión que Dios nos hace (Libro: Adviento. Preparándonos para la Navidad).