13 de agosto

Escucha La Palabra de Dios para cada día

Primera Lectura

Lectura de la profecía de Ezequiel 2, 8 – 3, 4
Esto dice el Señor: “Ahora, hijo de hombre, escucha lo que te digo: ¡No seas rebelde, como este pueblo rebelde! Abre la boca y come lo que te doy”. Vi entonces una mano extendida hacia mí, con un documento enrollado. Lo
desenrolló ante mí: estaba escrito en el anverso y en el reverso; tenía escritas elegías, lamentos y ayes. Entonces me dijo: “Hijo de hombre, come lo que tienes ahí; cómete este volumen y vete a hablar a la casa de Israel”. Abrí la
boca y me dio a comer el volumen, diciéndome: “Hijo de hombre, alimenta tu vientre y sacia tus entrañas con este volumen que te doy”. Lo comí, y me supo en la boca dulce como la miel. Me dijo: “Hijo de hombre, anda,
vete a la casa de Israel y diles mis palabras”.

L: Palabra de Dios.
T: Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL 118, 14. 24. 72. 103. 111. 131
R. ¡Qué dulce al paladar tu promesa, Señor!
Mi alegría es el camino de tus preceptos, más que todas las riquezas / R.
Tus preceptos son mi delicia, tus enseñanzas son mis consejeros / R.
Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata / R.
¡Qué dulce al paladar tu promesa: más que miel en la boca! / R.
Tus preceptos son mi herencia perpetua, la alegría de mi corazón / R.
Abro la boca y respiro, ansiando tus mandamientos / R.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Mt 11, 29ab)
“Tomen mi yugo sobre ustedes –dice el Señor–, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón”.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 18, 1-5. 10. 12-14

“Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños”

En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: “¿Quién es el mayor en el Reino de los Cielos?”. Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: “En verdad les digo que, si no se convierten y se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el Reino de los Cielos. El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mí. Cuidado
con despreciar a uno de estos pequeños, porque les digo que sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial. ¿Qué les parece? Supongan que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en los montes y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, en verdad les digo que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Igualmente, no es voluntad de su Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos pequeños”.

S: Palabra del Señor.

T: Gloria a ti, Señor Jesús.

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