12 de Septiembre

“Pasó la noche orando. Escogió a doce, a los que también nombró apóstoles”

(Lc 6, 12-19)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Hoy la Iglesia nos invita a celebrar el Santísimo nombre de la Virgen “María”, nuestra Madre y Reina, ella se ha constituido en puerta de salvación para el mundo. La llena de gracia, que dócilmente se dejó habitar por el Espíritu Santo, la que llevó en su vientre al Hijo de Dios, sigue estando presente en nuestro peregrinar e intercediendo por la humanidad. Honremos su nombre acogiendo con sinceridad la Palabra de Dios en nuestro corazón. Detengámonos por un momento en lo que nos dice Lucas en su Evangelio: “Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios. Es decir en diálogo y comunión con Dios Padre en la intimidad, la soledad y el silencio de la noche. Así en Maestro nos enseña que somos creaturas que necesitamos de nuestro Creador. “Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles” y nos da el nombre de cada uno, es decir nuestro nombre es sagrado y cada uno de nosotros estamos en el corazón de Dios, él nos conoce y al nombrarlos apóstoles les confía una misión y es la de continuar llevando su mensaje de salvación por todo el universo.

 

Reflexionemos: ¿Cuándo hago oración, procuro recogimiento y silencio para estar a sola con Dios y descubrir su voluntad en las decisiones que cada día debo tomar?

 

Oremos: Por intercesión de nuestra tierna Madre, la Virgen María, te pedimos Señor no apartes de nosotros tu mirada para vivir en tu amor. Amén.

 

Actuemos: Seré más constante en dedicar tiempo para Dios, porque Él siempre me espera

 

Recordemos: Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de Él una fuerza que los curaba a todos.

 

Profundicemos: El nombre de todo hombre es sagrado. El nombre es la imagen de la persona. Exige respeto en señal de la dignidad del que lo lleva. (Catecismo de la Ig. #2158)

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