12 de Septiembre

“Dilo de palabra, y mi criado quedará sano”

(Lc 7, 7)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

El evangelio de este día nos lleva a reconocer en el centurión romano un modelo de fe para nuestro camino de vida espiritual. Él siendo pagano y movido por la enfermedad de su criado, pide a los ancianos de Cafarnaún que vayan a buscar a Jesús para pedirle que lo sane. Jesús al escuchar la petición, parte con ellos a casa del centurión. Sin embargo, al sentirse indigno de su visita manda a sus criados para que salgan a su encuentro: “Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano”. La confianza del centurión en la Palabra de Jesús es tal, que cree que Él puede sanar a su criado desde la distancia. Pidamos al Señor, en este día, que nos enseñe a confiar en el poder y la fuerza sanadora de su Palabra como el centurión romano, y a tener en ella, la fuente y el alimento que sustenta toda nuestra existencia.

 

Reflexionemos: ¿Somos personas misericordiosas?, ¿con cuál parábola de este día nos identificamos más?

 

Oremos: Ayúdanos, Señor, a creer en la fuerza sanadora de tu Palabra como el centurión romano. A tener en ella, la fuente y el sustento de toda nuestra existencia. Amén. 

 

Recordemos: La Palabra de Dios tiene el poder de sanarnos.

 

Actuemos: Reservemos un momento especial de nuestra jornada para entrar en diálogo profundo con Dios y reconocer  la manera como su Palabra sana nuestra vida.

 

Profundicemos: Orar con la Palabra de Dios fortalece no solo nuestro espíritu, sino también nuestro cuerpo (Libro: Pedir la salud con la Palabra de Dios).

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