“Pidan y se les dará”
(Lc 11, 5-13)
La lectura de la Palabra meditada y orada se coloca en continuidad con el tema de la oración que Jesús ha enseñado a sus discípulos, quienes le han pedido que les enseñe a orar. Por tanto, la comparación del amigo inoportuno viene citada por el autor sagrado para hacer evidente como la oración es una experiencia de súplica constante, de todo tiempo y lugar. Los verbos evocan acciones concretas que van más allá de la simple acción de orar repetitiva o bocalmente: “pidan y se les dará”, habla de la insistencia en la oración, “busque y hallaran” evoca la acción de salir a buscar en el momento de orar, la oración no es una actitud pasiva, al contrario, implica movimiento y dinamicidad. “Llamen y se les abrirá”, es la actitud de quien sale de sí mismo para ir al encuentro de los demás, de hecho, el amigo inoportuno sale a media noche, sabe que no es el tiempo, pero confía que al tocar la puerta de su amigo se le abrirá.
El segundo momento de la Palabra presenta la imagen de un padre que no es capaz de dar lo que su hijo no le pide: “si le pide un pez no le dará una serpiente” y si le pide “un huevo no le dará un escorpión”. Del corazón del Padre procede lo que es don y bendición para sus hijos, sin embargo, del corazón humano es posible que brote sentimientos que no son conformes a los del Padre, entonces se desea lo que no es propio del don para los hermanos, es decir, advierte del mal como una realidad y condición de la dinámica humana.
Reflexionemos: La oración es un movimiento de relación entre el Padre y el Hijo, que tiene de base e implica la confianza. El texto finaliza diciendo: “¿Qué padre entre ustedes, si su hijo le pide un pez, le dará una serpiente en lugar del pez?”, el secreto del Padre es dar lo mejor de sí mismo a sus hijos y el secreto de los hijos que conocen a su Padre es precisamente el de la certeza del Padre, porque su don es gratuito y para siempre.
Oremos: Jesús Maestro, concédeme la gracia de orar con la confianza de quien pide y recibe, de quien busca y halla, de quien llama y se le abre, no según mis deseos e intenciones, sino según las que tú Padre tengas destinadas para mí desde tu proyecto creador y don de tu voluntad. Amén.
Actuemos: Las diversas realidades que vivo desde mi condición humana afianzan la confianza en la oración o por el contrario me desaniman y busco otros lugares o experiencias que me ayuden a vivir la condición de la existencia.
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