12 de octubre 2024

“Bienaventurado el vientre que te llevó”.

“Mejor, bienaventurados los que escuchan la Palabra de Dios”

(Lc 11,27-28)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

El Evangelista Lucas, en un breve texto, nos narra cómo María es bienaventurada: “Dichosa la mujer que te llevó en su seno y los pechos que te amamantaron”. Por eso, la proclamamos todas las generaciones, a ella nos confiamos en su intercesión maternal y la aclamamos como madre y figura de la Iglesia.

María obediente al mandato del Señor, recibe la Palabra y la anuncia a todas las naciones. Ella escucha la Palabra y la pone en práctica.  Este evangelio nos enseñanza a reflexionar sobre la importancia de saber escuchar y actuar. No a buscar reconocimientos o elogios, sino a encontrar siempre la verdadera dicha en la conexión con la palabra de Dios y en la acción coherente de nuestra vida con esa palabra. Es esencial recordar que la verdadera dicha se encuentra en escuchar y actuar según la palabra de Dios. Solo cuando escuchamos la Palabra de Dios, hacemos nuestra esa Palabra y la traducimos en “proyecto de vida”.

 

Preguntémonos: ¿Cómo interiorizo la Palabra de Dios?

    

Oremos: Padre de bondad, tú que escogiste a María para ser la madre de tu Hijo, concédenos, con su ejemplo, escuchar atentamente tu Palabra y ponerla en práctica cada día de nuestra vida. Amén.

 

Actuemos: ¿Somos creyentes que escuchamos la palabra de Dios en la voz de los que hoy sufren?

 

Recordemos: “Dichoso el vientre que te llevo (…) Mejor, dichos los que escuchan la Palabra de Dios”.

            

Profundicemos: Me maravillo ante el poder de la respuesta de Jesús. La grandeza de María viene de su apertura y obediencia a la Palabra de Dios.

 

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