12 de Marzo

“Sean perfectos como es perfecto su Padre celestial”

(Mateo 5, 43-48)

Permitamos que la Palabra del Señor toque nuestra vida.

 

Continuamos en el ambiente de “Novedad de Vida” creado por Jesús en el Sermón de la montaña, allí nos traza su manera divina de vivir como camino de liberación y vida plena. Hoy el evangelio nos indica la cima más alta del Camino: Para que podamos llegar a ser hijos del Padre del cielo, dice Jesús: amen a su enemigo y oren por quienes les causan sufrimiento.

Si miramos desde nuestra sensibilidad humana, sentimos como si se nos pidiera un imposible; pero Jesús nos lo pide desde la Vida divina que El ya no dio y llevamos dentro. Tú y yo no seremos capaces de amar al enemigo, sino que Jesús que está en nuestro corazón será quien amará en nosotros si se lo permitimos. Por eso Jesús nos provoca diciendo: Si aman a los que los aman, ¿qué recompensa tendrán? ¿No hacen esto también los recaudadores? Si saludan solo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? También los paganos actúan así.

Con estas palabras sentimos que Jesús no nos exige, sino que nos levanta a un nivel más alto, nos introduce en su mundo divino, donde solo se ama y nada más.  Por ello alegrémonos y demos gracias por este privilegio, perdonar al enemigo es para nosotros un don que nos asemeja a Dios

 

Reflexionemos:

preguntarnos: ¿Alcanzo a percibir la grandeza de este don?  ¿Qué impedimentos encuentro dentro de mí para acogerlo? Señor llévanos por el camino del perdón y la bondad.

 

Oremos:

Gracias Señor por confiar en nosotros y llevarnos por el camino de la divinización aun conociendo  nuestra fragilidad; ayúdanos a estar a la altura de nuestra sublime vocación cristiana; danos tu Espíritu que nos enseñe a amar como Dios ama. Amen.

 

Recordemos:

¿No hacen esto también los paganos? Sean, pues, perfectos como es perfecto su Padre celestial”.

 

Actuemos:

En un momento de oración recuerdo la persona que siento más lejos de mi corazón y le ofrezco mi cariño y mi perdón.

 

Profundicemos:

¿Tienes un enemigo? «Bendícelo, bendícela». “Esto se llama rezar por los que no nos quieren, por los enemigos”. Se puede hacer con sencillez. Tal vez el rencor quedará, pero nosotros estamos haciendo un esfuerzo para seguir el camino de este Dios, tan bueno, misericordioso y santo que hace surgir el sol sobre los malos y sobre los buenos… un Dios para todos y que es bueno para todos”.

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