“La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio”
(Mc 1, 42)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
En nuestra vida pasamos por diferentes circunstancias que nos llevan a sentirnos necesitados de la misericordia y la sanación de Dios como el leproso del evangelio de hoy. Realidades que nos ponen a prueba, como nuestras enfermedades físicas y espirituales. Solo con la fe y la humildad del leproso, es posible acogerlas, vivirlas de forma positiva, aprender de ellas y acercarnos a Dios, para pedir que interceda a favor nuestro: “Si quieres, puedes limpiarme”. Actitudes que nos llevan a reconocer la importancia de no imponer a Dios nuestra voluntad, sino abrirnos con confianza a aquello que creemos que Él, puede obrar en nosotros: “Quiero: queda limpio”. Pidamos al Señor en este día un corazón humilde como el del leproso capaz de acercarse a Dios para pedir su sanación.
Reflexionemos: ¿Qué enseñanza nos deja la actitud del leproso?, ¿creemos que Jesús puede obrar en nosotros aquello que le pedimos?
Oremos: Con la confianza y la humildad del leproso, ponemos en tus manos, Señor, todas nuestras enfermedades y sufrimientos, para que intercedas por ellas, conforme a tu voluntad. Amén.
Recordemos: Jesús quiere sanarnos como al leproso.
Actuemos: Confiemos al Señor en este día con la fe del leproso todas nuestras enfermedades y sufrimientos.
Profundicemos: La fe es la certeza que Dios camina a nuestro lado y nos acompaña en todo momento, especialmente en nuestras enfermedades (Libro: Ahora o nunca).