“El que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí”
(Mt 10, 38)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
El evangelio de este día puede sonarnos un poco fuerte por las enseñanzas que Jesús transmite a sus discípulos. Enseñanzas que reafirman la radicalidad de su seguimiento y la necesidad de dar al Evangelio, el primer lugar en nuestra vida. Solo de esta manera podremos relativizar los intereses, los afectos y las relaciones que nos impiden dedicarnos con mayor libertad a la construcción del Reino: “El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará”. Cuando somos capaces de dar este paso, constatamos que son muchas más las bendiciones y las nuevas experiencias que recibimos de Dios, que los intereses personales que dejamos atrás. Pidamos al Señor, en este día la capacidad de centrar cada vez más nuestra vida en sus enseñanzas.
Reflexionemos: ¿Qué lugar damos a Jesús en nuestra vida?, ¿qué necesitamos dejar atrás para seguirlo con mayor radicalidad?
Oremos: Ayúdanos, Señor, a darte siempre el primer lugar en nuestra existencia, a dejar atrás todo aquello que nos impide seguirte con mayor libertad y autenticidad. Amén.
Recordemos: Seguir a Jesús implica dejar atrás nuestros egoísmos e intereses para darle a él, el lugar central en nuestra vida.
Actuemos: Reservemos un espacio de esta jornada para entrar en oración, revisar nuestra vida y percibir el lugar que le damos a Jesús en ella.
Profundicemos: Cuando damos a Jesús el primer lugar en nuestra existencia, ella se torna fecunda y un regalo para quienes nos rodean (Libro: Cuando me enamoré, te puse en primer lugar).