
Jesús pone a Juan como el más grande de todos los profetas del A.T. y dice a la multitud, que él es Elías, quien tenía que venir. Los evangelios de este tiempo de Adviento nos recuerdan la grandeza y el ejemplo de Juan el Bautista, porque si Adviento es la preparación para la venida de Jesús, Juan Bautista fue el primero que cumplió esa grande misión. Si bien dice a la multitud que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista, agrega que el más pequeño en el Reino de los cielos es más grande que él. He aquí un llamado para todos, a la humildad, sencillez, fe y apertura a Dios. Jesús nos ayuda y enseña con su ejemplo a humanizarnos, es decir, a ser cercanos a la gente, solidarios respetuosos. Juan un hombre fuera de lo común, austero, sobrio, vivía con lo indispensable, ayunaba, anunciaba y denunciaba. El Reino de los cielos exige esfuerzo, perseverancia. Y más que pensar en el Reino como un lugar sintamos que es un llamado a aprender a vivir como hermanos y hermanas, porque lo que Jesús nos enseñó, es que Dios es Padre de todos.
¿En nuestra vida, cómo concebimos y presentamos a Dios? ¿Tenemos la fuerza y la valentía de anunciar a Jesús con nuestra coherencia de vida, sin reducir nuestro anuncio solo a nivel privado?
Señor, Jesús, dame la gracia de preparar mi corazón para recibirte en este tiempo de Adviento con mayor disponibilidad y alegría. Que como Juan el Bautista, pueda reflejar cada una de tus enseñanzas a través de un testimonio de vida sobrio, sereno, humilde, solidario y cercano.Amén.
Juan recibió una misión clara por parte de Dios y la llevó a cabalidad hasta el final. Nosotros, hemos recibido el don de la vida, y estamos aquí y ahora. agradezcamos a Dios por los dones que nos ha regalado como personas y por la misión que nos ha confiado.


