Acompañar a Jesús en su caminar por Galilea es descubrir el amor que se entrega, incluso, cuando el camino se torna oscuro. Él anuncia su pasión, muerte y resurrección no con resignación, sino con la certeza de que el amor verdadero pasa por la cruz para alcanzar la vida. Los discípulos no entienden y se entristecen. Nosotros, muchas veces, no comprendemos los planes de Dios cuando incluyen dolor, incertidumbre o pruebas. Pero Jesús no nos deja solos: Él camina con nosotros, nos prepara nuestro corazón y nos asegura que al final resucitaremos. En Cafarnaún, frente al tema del impuesto, Jesús actúa con humildad. Aunque como Hijo de Dios no está obligado al pago del impuesto, decide hacerlo para evitar escándalos. Su gesto nos enseña que el amor auténtico sabe siempre ceder, busca la paz y construye la comunión. En la intimidad con Pedro, Jesús forma, corrige y confía. Asimismo, nos invita también a vivir con un corazón disponible, que no se aferre a su derecho, sino que se convierta en testimonio. Sigamos a Jesús con confianza: su camino es estrecho, pero su amor es grande. Su ejemplo ilumina nuestras decisiones, y su Sagrado Corazón nos fortalece
¿Qué significa para mí el anuncio de la pasión de Jesús? ¿Estoy dispuesto a seguir a Jesús, incluso, cuando el camino se vuelve oscuro?
Señor Jesús, Divino Maestro, ayúdame a entregar mi vida amando y sirviendo desinteresadamente a los demás, como tú lo hiciste. Ese es el único camino con el que puedo corresponder a tantos dones con los que has enriquecido mi vida. Ayúdame a superar las tentaciones y a ser perseverante en mi fe. Que tu gracia me acompañe siempre. Amén.
Como Pedro, me dejo moldear por Dios y le pido humildemente qué aspectos de mi vida necesito transformar. Le suplico me ayude a tener un corazón siempre dócil.
La fe no es solo creer: es actuar con un corazón disponible. Elijo amar más allá del deber, viviendo con alegría y en comunión.
Ser cristiano no es estar aparte del mundo, es estar en el mundo, pero sin ser del mundo.