10 de noviembre

“Los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz”.

(Lc 16, 1-8)

 

Hoy el evangelio nos presenta la parábola del administrador infiel, a través de la cual Jesús confronta nuestra forma de actuar. Él nos pide que seamos buenos administradores de aquello que nos ha sido confiado, empezando por nuestra propia vida; no acomodarnos, sino ir más allá de lo que nos corresponde hacer; salir al encuentro de las necesidades de los demás, cuidar y dar cuenta de lo que hacemos. Ser buenos administradores exige ante todo una conciencia limpia, un corazón libre, la recta intención del corazón, ser justos con todos y muy especialmente, ser transparente ante Dios.

 

Reflexionemos: Pensemos un poco en todos los dones que el Señor nos ha regalado, ¿Qué estoy haciendo con ellos? ¿Los pongo al servicio del Reino?

 

Oremos: Señor Jesús, gracias por los dones que me has confiado. Dame la gracia de administrarlos con un corazón puro, una conciencia limpia y un espíritu libre. Que mis acciones y mis pensamientos sean coherentes con tus enseñanzas. Amén.  

 

Actuemos: En este día salgamos de nosotros mismos y prestemos más atención a las necesidades de los demás, un día para ser más generosos.

 

Recordemos: “Los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz”.

 

Profundicemos: “La verdadera paz consiste en no desviarse de la voluntad de Dios”. San León Magno

 

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