“¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios? Levántate, tu fe te ha salvado” (Lucas 17, 18)
Diez leprosos suplicaban a Jesús que los sanara de su enfermedad; y Él compadecido los sanó a todos. Pero, solo uno de ellos al ver su piel sana como la de un niño, corrió hacia Jesús alabando a Dios y dándole gracias; Jesús sorprendido exclamó ¿Solo este extranjero volvió a dar gloria a Dios? Y mirándolo con ternura le dijo: tu fe te ha salvado!”
Este hombre no solo quedó libre de su enfermedad, sino que también tuvo la dicha de encontrarse con Jesús, escuchar su Palabra y experimentar la dicha de sentirse salvado. En el encuentro personal con Jesús somos salvados; por ello Su deseo más profundo es que cada uno de nosotros al reconocerse amado por Él se sienta salvado y feliz.
La fe es la respuesta al amor que Dios nos tiene y se alimenta con la oración y la búsqueda de su voluntad.
Reflexionemos:
¿Reconozco los detalles continuos del amor de Dios? ¿Cómo respondo a su amor? ¡Gracias Señor porque me amas así como soy!
Oremos:
Señor Jesús, gracias de todo corazón porque escuchas mis suplicas, me sanas y me salvas. Ayúdame a responder con amor y gratitud a las continuas manifestaciones de tu amor. Amén.
Recordemos:
No han sido diez los sanados? ¿Solo este extranjero ha venido a dar gloria a Dios?
Actuemos:
Dedico un momento de mi jornada para reconocer los momentos de luz y de gracia que en el Señor me ha regalado y agradecerle de todo corazón.
Profundicemos:
Solo quien acepta a Cristo Jesús como su Señor y Salvador; podrá experimentar cuánto Dios lo ama. ( Libro: Sanando el corazón en dialogo con Dios) Marco Guzzi.