“Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo mi complacencia” (Mc 1, 11)
Hoy celebramos la fiesta del Bautismo del Señor y con ella damos inicio a la primera parte del Tiempo Ordinario en la Iglesia. Tiempo que nos invita a contemplar el inicio la vida pública de Jesús y su vida cotidiana, es decir, su relación con los discípulos, sus milagros, sus enseñanzas. En este tiempo, Jesús nos invita a acompañarlo en su vida ordinaria a la vez que él acompaña la nuestra. Su bautismo, marca precisamente el inicio de su misión, en el que el Padre lo confirma como su elegido: “Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo mi complacencia” y el Espíritu Santo, lo consagra al bajar sobre él en forma de paloma. De esta manera, se hace presente la Santísima Trinidad para reiterar que Jesús posee en plenitud el Espíritu de Dios anunciado desde el Antiguo Testamento y que gracias a él, se da paso a una nueva creación. Como Jesús, nosotros también hemos sido bautizados y bendecidos con la presencia del Espíritu Santo. Pidamos al Señor, que renueve en este día en cada uno de nosotros este don, para que a partir de él, también seamos anunciadores y constructores de su Reino en el nuevo año que tenemos por delante.
Reflexionemos:
¿Cómo vivimos nuestro bautismo?, al igual que Jesús ¿nos sentimos hijos amados del Padre?
Oremos:
Gracias, Señor, por este nuevo tiempo litúrgico que abres para nosotros. Gracias porque a partir de él, nos invitas a hacer de nuestro bautismo un medio para anunciar tu Palabra y vivir tus enseñanzas. Amén.
Recordemos:
Como bautizados también estamos llamados a ser constructores del Reino de Dios.
Actuemos:
Recordemos en este día el día de nuestro bautismo y agradezcamos a Dios por la vida de nuestros padres y padrinos.
Profundicemos:
El bautismo es el primer sacramento que recibimos en nuestra vida de fe. Profundizar en su significado, nos ayudará a vivir de manera más consciente el nuestro (Libro: Bautismo. Fuente de todas las vocaciones).