10 de Diciembre

El más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él (Mt 11, 11)

 

En el evangelio de este día, Jesús exalta la figura de Juan el Bautista. Reconoce en él, a un gran profeta que mirado de cara a sus antecesores, es el más grande de todos, pero que contemplado en relación a los destinatarios del Reino, es inferior. Con esta comparación Jesús quiere denotar que si bien Juan es el último de los profetas y prepara el camino para la llegada del mesías, es el anuncio del Reino el que reconstruye la comunidad y abre el camino para que las personas reconozcan a Dios como un Padre cercano a su realidad y a sus sufrimientos. Un Padre que tiene en los pequeños y excluidos de la sociedad a sus predilectos. Jesús con el anuncio del Reino da paso a un nuevo orden en el que todos, por más pequeños que sean, son partícipes de la dignidad del hijo de Dios. En este nuevo orden, el Bautista es el punto de transición entre la tradición del Primer y el Nuevo Testamento. Pidamos al Señor en este día que nos ayude a reconocer la novedad que su mensaje de salvación trae a nuestra vida al permitirnos reconocer a Dios como un padre amoroso que cuida de nosotros.

 

Reflexionemos:

¿Reconocemos a Dios como un Padre cercano a nuestra realidad?, ¿cómo podemos solidarizarnos hoy con los pequeños de nuestro tiempo?

 

Oremos:

Gracias, Señor, por darnos a través del anuncio del Reino la posibilidad de reconocer a Dios como un Padre cercano a nuestra vida y nuestra historia. Un Padre que nos lleva también a poner nuestra mirada en los pequeños de nuestro tiempo y a solidarizarnos con ellos. Amén.

 

Recordemos:

Jesús con su vida nos revela el verdadero rostro del Padre.

 

Actuemos:

Reservemos un espacio de esta jornada para preguntarnos por la imagen que tenemos de Dios.

 

Profundicemos:

Muchas veces la imagen que hemos aprendido de Dios ha estado cargada de imágenes negativas que no nos dejan encontrarnos con su verdadero rostro misericordioso. Por eso, enseñar a los más pequeños a descubrir su rostro les ayudará a alimentar una experiencia de fe sólida y placentera (Libro: ¿Cómo es la cara de Dios? ).

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