01 de octubre

Caminando con Jesús

Caminar con Jesús permitió a los discípulos experimentar, de primera mano, la compasión y la gracia de Dios en acción. Caminar con Jesús hoy, no debería ser diferente. Su compasión y su gracia siguen disponibles para quien quiera experimentarlas.

“Te seguiré a donde vayas”
(Lc 9, 57-62)

Hoy, el evangelista Lucas nos ofrece unas claves para seguir a Jesucristo. Recordemos que el apóstol san Lucas fue compañero cercano al apóstol san Pablo, quien dedicó su vida entera a recopilar con mucho cuidado, los hechos y las palabras de Jesús. San Lucas no solo transmite una historia, sino que presenta los criterios básicos de quienes deciden seguir radicalmente a Jesús. Así como san Lucas fue un fiel discípulo de san Pablo quien lo acompañó en momentos de gran dificultad, igualmente ofrece elementos importantes para que el lector de su evangelio comprenda lo que significa seguir a Jesús, colocando así una base sólida para la fe de los creyentes. Ahora se comprende que san Lucas lo que quiere es que recordemos en nuestra vida cotidiana las palabras de Jesús: “Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el Reino de Dios”. En un contexto agrícola, aquel que ara, debe mirar siempre hacia adelante, para trazar surcos rectos para lograr buenos resultados. Si se traza una línea torcida, o simplemente se ara mal, la cosecha se pierde. No hay que mirar atrás con nostalgia o dudas. Cuántas veces lamentamos un pasado que hemos construido sin paz interior o sin esperanza. Si miramos nuestro pasado con actitud agradecida, reconociendo lo bueno y verdadero que hemos sembrado, entonces estaremos avanzando siempre hacia adelante y lograremos contemplar todo lo bueno y maravilloso que Jesús tiene preparado para nosotros. Es importante que reconozcamos que en la diversidad se encuentra la riqueza de un camino común.

Reflexionemos:

A veces, hay que mirar hacia atrás, para que nos demos cuenta de todo lo que hemos avanzado en nuestra vida, pero no siempre sucede así. Mirar hacia atrás cuando sentimos un llamado de Jesús a que respondamos a alguna necesidad o misión concreta, podría ser una actitud evasiva para no comprometernos con el sueño de Dios, es decir, con lo que Él quiere para nosotros. ¿Permito que otros aporten en mi crecimiento de fe?

Oremos:

Señor Jesús, Divino Maestro, dame la valentía de seguir siempre adelante en mi vida, sanando las heridas que he dejado atrás. Sé que con tu gracia y tu misericordia, he podido sanarlas. Gracias porque siento tu presencia que acojo con humildad y disponibilidad. Ayúdame a estar preparado a lo que tú dispongas para mi existencia. Amén.

Actuemos:

En el quehacer de cada día, escuchamos de Jesús su invitación que nos dice: “Tú vete a anunciar el Reino de Dios”. Es un imperativo y es una invitación muy concreta. ¿Cómo anunciamos a Jesús?

Recordemos:

“Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el Reino de Dios”.

Profundicemos:

La Palabra de Jesús lleva implícito un llamado a anunciarlo, a seguirlo radicalmente. Valdría la pena que profundicemos lo que hoy significa que Jesús nos llame en medio de nuestras actividades diarias, en medio de nuestro ambiente laboral o académico. Identifiquemos en estos tiempos algunos obstáculos que nos impidan responder a ese llamado del Señor como, por ejemplo, el qué dirán por temor al rechazo social o familiar en algunos casos.

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