01 de noviembre

Caminando con Jesús

Caminar con Jesús permitió a los discípulos experimentar, de primera mano, la compasión y la gracia de Dios en acción. Caminar con Jesús hoy, no debería ser diferente. Su compasión y su gracia siguen disponibles para quien quiera experimentarlas.

 

“Dichosos los misericordiosos porque ellos obtendrán misericordia ” (Mateo 5, 7)

 

La fiesta de todos los santos reaviva en nosotros el anhelo de felicidad que llevamos en el alma, y lo orienta correctamente: ser feliz, como Dios quiere.

Jesús, el ser humano más realizado y feliz de la historia nos trazó con su manera divina de vivir el camino seguro de la felicidad: pobreza, mansedumbre, pureza de corazón, justicia, misericordia y entrega de la vida hasta la muerte. Los santos y santas que siguieron Sus huellas resplandecen hoy ante nosotros como modelos luminosos de aquella felicidad sin medida que Dios gratuitamente nos ofrece a todos.

"Dichosos los misericordiosos porque alcanzaran misericordia" puede ser una preciosa síntesis de todas las bienaventuranzas, porque si acojo la misericordia que Dios en su bondad me ofrece, seré pobre de espíritu, tendré la dicha de sentirme hijo de Dios y con un corazón manso y humilde, seré un canal que lleva a todos su amor, su misericordia y su ternura.

 

Reflexionemos:

¿He experimentado alguna vez la misericordia de Dios? ¿En mi vida cotidiana soy misericordioso con las personas que vive a mi lado? ¡Señor dame tus entrañas de misericordia!

 

Oremos:

Gracias señor porque nos llamaste a todos a la santidad y te hiciste nuestro camino para que siguiéndote a Ti pudiésemos alcanzarla. Hazme dócil a tu Santo Espíritu para dejar correr tu ternura misericordiosa hacia quien se siente solo, desorientado o camina en el error. ¡Que contagie a todos tu bondad señor!

 

Recordemos:

Si soy misericordioso con quien vive a mi lado, puedo contar con la misericordia de Dios y la comprensión de los hermanos.

 

Actuemos:

Cuando vea una persona en el error, trato de no juzgarla, porque seguramente ella desea hacer el bien. Y la confió a la misericordia del Señor en mi oración.

 

Profundicemos:

Si un día todas las personas llegáramos a ser pobres de espíritu, mansos de corazón, pacíficos, misericordiosos, y limpios de corazón, la tierra seria un paraíso. ( Libro: El llamado a la santidad -Encíclica del Papa Francisco).

 

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