1 de diciembre

“Cuando vean que suceden estas cosas, sepan que está cerca el reino de los cielos”

(Lc 21,29-33)

De las experiencias más valiosas de la vida humana es el reconocimiento del misterio de la naturaleza y cómo los sentidos pueden contemplar este misterio, percibirlo y experimentarlo. Por ejemplo, los padres cuando sienten los movimientos del bebé en el vientre de la madre contemplan la vida, que es un misterio, la esperan, la acogen; el campesino cuando reconoce las semillas que tienen potencia para dar fruto, luego de haberlas seleccionado con confianza, las siembra y con esperanza sabe aguardar el tiempo y el ritmo de su crecimiento, y al contemplarlo espera con paciencia colocando todo de sí para que el fruto sea el esperado. Así, tantos ritmos de la vida humana, que si los sabemos contemplar con esperanza sucede lo que el Evangelio de Lucas relata hoy, “cuando ven que ya echan brotes conocen por ustedes mismos que ya está llegando el verano”. El gran desafío de quienes intentamos vivir la experiencia de la Palabra en nuestra vida es este, el del conocimiento, no solo como saber, sino como experiencia que nos lleva a reconocer los signos del reino de Dios, el tiempo de Dios en nuestra vida.

 

Reflexionemos: En la cotidianidad de mis días, algunos de ellos a ritmo intenso de la vida, ¿sé reconocer los signos con los que Dios habla a mi vida? Es decir, ¿me coloco en actitud contemplativa capaz de reconocer brotes en las semillas de mi existencia o dejo que el ritmo de los días acontezca en sus luchas y fatigas, pero no me doy cuenta de lo que es evidente, de lo que vendrá, de lo que está más allá?

 

Oremos: Padre bueno y Dios de la vida, concédeme la gracia de vivir mi existencia “contemplativa en la acción y activa en la contemplación”, para que mis sentidos puedan percibir más allá de lo inmediato y fugaz, y contemplar el misterio de la vida en sus manifestaciones más profundas. Amén. 

 

Actuemos: Si todo va a pasar en nuestra existencia porque los ciclos de la vida nos llevan de un ritmo a otro en su tiempo, busco trascender en mi vida personal, familiar y social con una acción que vaya más allá de vivir los días en su cotidianidad y le doy un toque de novedad a lo que hoy vivo de manera profunda, significativa, de tal forma que trascienda vitalmente.

 

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