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Cuarto Domingo de Cuaresma

Baner cuaresma 7

Motivación:

Llegamos al Cuarto Domingo de Cuaresma y de la mano de la liturgia hemos podido peregrinar por el desierto, encontrarnos a solas con Dios y acoger los llamados que él ha puesto en nuestro corazón, para ir a su encuentro. En este Cuarto Domingo, el evangelio nos lleva a reconocer a Jesús, como nuestro salvador, la fuente de la vida eterna. Pidamos la luz del Espíritu Santo, para que sea él, quien nos ayude a descubrir los nuevos llamados que el Señor, quiere comunicarnos este día en su Palabra.

 

 

Oración:

Ven Espíritu Santo,
envía tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.
Amén.

 

 

 

1. Lectura:

Leemos varias veces el relato para adentrarnos en él, y percibir las situaciones y realidades que narra:

 

 

Evangelio según san Juan 3, 14-21

 

Estando en Jerusalén,  dijo Jesús a Nicodemo: “Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea, tenga por Él vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna y nadie perezca. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que se salve por medio de Él. El que cree en Él, no se condena, pero el que no cree, ya está condenado, por no confesar el nombre del Hijo único de Dios. La condenación consiste en que la luz vino al mundo y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo el que hace el mal odia la luz y no se acerca a la luz, para que no le echen en cara  sus obras. Pero el que practica la verdad  se acerca a la luz, y así quede patente que sus obras las hace de acuerdo con Dios.

 

Después de una lectura pausada y atenta respondemos:

 

  • ¿En qué ciudad se encuentra Jesús y con quien está hablando?
  • ¿Qué ejemplo cita Jesús a Nicodemo?
  • ¿Cómo manifestó Dios su amor al mundo?
  • ¿Qué pasa con quienes creen o no, en Jesús?
  • ¿En qué consiste la condenación?
  • ¿Qué pasa con quienes practican la verdad?

 

2. Meditación

En el evangelio de este domingo, Jesús sostiene un largo diálogo con Nicodemo, un importante fariseo de Jerusalén. En dicha conversación, Jesús reafirma a Nicodemo, la misión, que él, como el hijo de Dios, está llamado a cumplir en nombre del Padre. Para explicar el sentido profundo de su misión, Jesús cita la figura de la serpiente que Moisés levanta en el desierto.  Los israelitas al salir de Egipto y caminar por el desierto empezaron a pasar hambre y necesidades, y en lugar de pedir el auxilio de Dios, renegaron de él. Dios les mandó serpientes venenosas que acabaron con la vida de muchos de ellos. Moisés al percibir el sufrimiento del pueblo, pidió a Dios que les perdonara sus pecados. Dios escuchó su súplica y le pidió que construyera una serpiente, para que la levantara fuera del campamento, y los israelitas al mirarla, se sanaran de las mordeduras de las serpientes.

 

Con este ejemplo, Jesús invita a Nicodemo a reconocer el alcance que su muerte en la cruz tiene para la humanidad. Una muerte que muestra el gran amor de Dios por cada uno de sus hijos, a quienes quiere hacer partícipes de su misma vida divina. El sacrificio de Jesús en la cruz, es por tanto, fuente de vida y salvación, pero solo podrán alcanzarla, aquellos que crean en él, practiquen la verdad y actúen conforme a sus enseñanzas.

 

Como los israelitas en el desierto, nosotros también renegamos muchas veces de las dificultades que vivimos; y en lugar de buscar apoyo en Dios, lo hacemos en personas u otras realidades superfluas, que más nos alejan de él. Por eso, conscientes de nuestra fragilidad personal, y del gran amor que Dios nos tiene, preguntémonos:

 

  • ¿Qué realidades nos llevan a dudar de Dios o a renegar de él?
  • ¿Cómo enfrentamos las situaciones adversas que vivimos?
  • ¿Reconocemos en la cruz de Jesús, la fuente de nuestra vida y salvación?

3. Oración

 

 

 4. Contemplación

Cerremos un momento nuestros ojos e imaginémonos a los pies de la cruz de Jesús. Confiemos a él,  nuestras angustias, necesidades, problemas, vacíos, dejemos que desde su silencio nos hable y nos muestre, como su dolor, llena de vida y esperanza el nuestro.

 

5. Acción

A partir de los llamados que la Palabra deja en nuestro corazón, formulemos un propósito concreto para vivir en esta cuarta semana.

 

Hna. Mariluz Arboleda Flórez, fsp.

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