1 de Septiembre

“¡Que llega el esposo, salgan a recibirlo!”

(Mt 25, 1-13)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

La experiencia de encuentro con Dios desde siempre, desde el origen de la vida misma, se ha caracterizado por éste verbo tan dinámico, que contiende la esencia de lo que somos: “¡Que llega el esposo, salgan a recibirlo!” Salir, dejar un espacio, un lugar, una activad, una ocupación, una realidad, etc, para llegar a otra, para acoger algo nuevo. La verdad es que este texto me fascina por la profundidad de su mensaje. Un mensaje cargado de esperanza y que nos habla a cada uno de manera muy particular. En él, podemos leer nuestra vida y nuestra historia desde esa mirada divina. Toda nuestra vida es un salir, un caminar, es un viaje a la eternidad para encontrarnos cara a cara con el Señor. Pero es muy lindo también el poder contemplar lo que ya hemos recibido como regalo y que debemos cuidar y alimentar en nuestro cotidiano acontecer: El Amor. En el relato se nos habla de diez vírgenes que son invitadas a participar en la solemne celebración de una boda, todas asistieron con su lámpara encendida pero con la tardanza del novio les llegó el sueño y las diez se durmieron; a la voz del anuncio “que llega el esposo, salgan a recibirlo” hay un agravante, cinco llevaron un poco más aceite para sus lámparas, las otras se vieron faltas de aceite, por eso tuvieron que salir a buscarlo y ya era demasiado tarde para entrar al encuentro con el esposo.

 

Reflexionemos: Estar preparado, es saber que en el viaje de nuestra vida nunca vamos solos y a la deriva, Dios nos acompaña, es importante recargar lámpara de nuestra vida con la oración, para que no se agote el aceite de la esperanza.

 

Oremos: Señor, haz de mi vida una lámpara encendida, no sólo para iluminar mi camino, sino dar luz a quienes peregrinan conmigo. Amén

 

Actuemos: La tarea de estar vigilantes y preparados para el encuentro con el Señor es personal e intransferible. Seré más constante en dedicar tiempo para orar, hablar con Dios.

 

Recordemos: Y las necias dijeron a las prudentes: ‘Dennos de su aceite, que se nos apagan las lámparas’. Pero las prudentes contestaron: ‘Por si acaso no hay bastante para ustedes y nosotras, mejor es que vayan a la tienda y se lo compren’.

 

Profundicemos: Quien cree en Dios-Amor lleva en sí una esperanza invencible, como una lámpara para atravesar la noche más allá de la muerte, y llegar a la gran fiesta de la vida. (Benedicto XVI)

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