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9 de agosto

 

“¿Su Maestro no paga las dos dracmas?” (Mt 17, 24)

 

Hoy Jesús anuncia por segunda vez a sus discípulos su pasión. Noticia que llena de tristeza su corazón y los interpela por el trágico fin que espera a su maestro. En medio de este anuncio, sale a relucir el pago del impuesto de las dos dracmas que todo judío mayor de 20 años debía pagar para el sostenimiento del Templo. Jesús aprovecha la inquietud que Pedro trae frente al pago de este tributo, para mostrarle como Dios actúa de manera diferente a los reyes de la tierra: “¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?”. Con este interrogante Jesús revela a Pedro que Dios establece con sus hijos, no una relación de dominio o sometimiento, sino una relación filial basada en el amor. Una relación libre que no necesita del pago de tributos o impuestos para unir su vida a él. Con sus palabras, Jesús revela también su libertad frente al culto, al pedir a Pedro que pague el impuesto solo para no escandalizar a sus cobradores, más no porque se sienta obligado a hacerlo. Pidamos al Señor en este día, que a la luz de este evangelio nos ayude a revisar nuestra vida y mirar si las relaciones que establecemos con los demás, se rigen más por el amor o por el dominio del otro.

 

Reflexionemos:

¿Cómo vivimos nuestra relación con Dios?, ¿somos libres a la hora de relacionarnos con los demás  o tendemos a controlarlos?

 

Oremos:

Gracias, Señor, por llamarnos a establecer relaciones de amor y de igualdad con quienes están a nuestro lado. Por enseñarnos que Dios es un Padre que nos acoge como hijos, y la única ley que nos invita seguir, es la del amor. Amén.

 

Recordemos:

Dios nos invita a construir relaciones de igualdad con quienes están a nuestro lado.

 

Actuemos:

Revisemos en esta jornada nuestras relaciones y miremos si ellas están movidas por el amor y la fraternidad.

 

Profundicemos:

La mejor manera de construir relaciones de igualdad, es conociendo nuestro interior y los valores que tenemos. Así mismo, trabajando nuestras fragilidades y límites personales de la mano de Dios (Libro: Sánate interiormente. Dios te creó para ser feliz).

 

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