6 de octubre

 “Quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado”.

(Lc 10,13-16)

Del rechazo del discípulo, que podía ser una posibilidad, se pasa al rechazo del Maestro en las ciudades de Corazaín y Betsaida que habían tenido la oportunidad de conocer y escuchar la predicación de Jesús e incluso algunos de sus discípulos habían sido llamados de estas tierras. Sin embargo, la presencia de Jesús no transformó el estilo de vida y la mentalidad de sus seguidores. En cambio, Tiro y Sidón, dos ciudades paganas en las que abundaba el pecado, permanecían abiertas a la novedad y viendo los signos de los milagros de Jesús percibieron en ellos una posibilidad de auténtica conversión, capaz de transformar sus vidas.


Los signos de la conversión en el texto están presentados por el sayal y la ceniza, de hecho, la ceniza es el signo penitencial propia del camino cuaresmal; sayal y ceniza, fueron los signos que acompañaron a Esther para interceder por la liberación de su pueblo Israel. Verdaderamente cuando ellos son un signo externo que acompaña el deseo de conversión del corazón, Dios escucha a su pueblo.

 

Reflexionemos: El profeta Ezequiel coloca una imagen muy disiente para quien busca la conversión auténtica, “cambiar el corazón de piedra por el corazón de carne”, talvez Corazaín y Betsaida hayan llegado a un corazón de piedra y por eso no hay signo posible capaz de conversión. Que en el camino de vida cristiana y de seguimiento de Jesús no acontezca como éstas dos ciudades y que el mensaje verdaderamente transforme el corazón de piedra en corazón de carne.

 

Oremos: Jesús Maestro, concédeme la gracia de “caminar en continua conversión” no sólo como quien escucha y no deja transformar el corazón sino como quien se abre al misterio de la gracia y la misericordia. Amén.

 

Actuemos: Me detengo en un momento de silencio y oración para revisar en mi vida personal: ¿qué actitudes vivo como en Corazaín y Betsaída, es decir, escuchando siempre el mensaje, pero no moviendo el corazón a la conversión? ¿Qué actitudes vivo como en Tiro y Sidón, es decir, humana y limitadamente, pero abierta a la gracia y la misericordia de Dios?

 

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