“Si no me creen a mí, crean a las obras”
(Jn 10, 38)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Llegamos al final del mes de marzo y damos gracias a Dios por todo aquello, que a la luz de su Palabra y del camino cuaresmal que estamos recorriendo, ha ido renovando en nosotros. Así mismo, por el valor y la convicción que nos invita a tener en Él, a la hora de testimoniar nuestra fe, tal como lo hace Jesús ante las críticas que recibe de los judíos por llamarse a sí mismo Hijo de Dios: “No vamos a apedrearte por ninguna obra buena, sino porque has dicho una blasfemia, pues siendo hombre te haces Dios”. Convicción que debe llevarnos como a Jesús a testimoniar con las acciones concretas de amor y servicio que tengamos hacia los demás, el rostro misericordioso de Dios y su presencia viva en medio de nosotros.
Reflexionemos: ¿Cómo reflejamos en nuestra vida la presencia de Dios?, ¿qué enseñanza nos deja la actitud de Jesús ante las críticas de los judíos?
Oremos: Enséñanos, Señor, la importancia de reflejar con nuestra vida y acciones la presencia tierna y misericordiosa del Padre. Que como tú podamos testimoniar sus enseñanzas. Amén.
Recordemos: En nosotros está el desafío de revelar el verdadero rostro de Dios a quienes nos rodean.
Actuemos: Preguntémonos en esta jornada a través de qué gestos concretos reflejamos el amor de Dios a los demás.
Profundicemos: El verdadero testimonio cristiano nace del encuentro vivo con Dios en su Palabra y el compromiso con los hermanos (Libro: Los santos de cada día).