3 de Agosto

Escucha La Palabra de Dios para cada día

Primera Lectura

Lectura del libro de Jeremías 31, 1-7

En aquel tiempo –oráculo del Señor–, seré el Dios de todas las tribus de Israel, y ellas serán mi pueblo. Así dice el Señor: “Halló gracia en el desierto el pueblo escapado de la espada; camina Israel a su descanso, el Señor se le apareció de lejos. Con amor eterno te amé, por eso prolongué mi misericordia. Todavía te construiré, y serás reconstruida, doncella de Israel; todavía te adornarás y saldrás con panderos a bailar en corros; todavía plantarás viñas en los montes de Samaria, y los que plantan cosecharán. ‘Es de día’, gritarán los centinelas en la montaña de Efraín: ‘Levántense y marchemos a Sión, al Señor, nuestro Dios’. Porque así dice el Señor: Griten de alegría por Jacob, regocíjense por el mejor de los pueblos: proclamen, alaben y digan: ‘El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel’”.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

Salmo responsorial  Jr 31. 10-13 

R. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.

Escuchen, pueblos, la Palabra del Señor, anúncienla en las islas remotas: “El que dispersó a Israel lo reunirá, lo guardará como un pastor a su rebaño” / R. 

“Porque el Señor redimió a Jacob, lo rescató de una mano más fuerte”. Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión, afluirán hacia los bienes del Señor / R.  

Entonces se alegrará la doncella en la danza, gozarán los jóvenes y los viejos; convertiré su tristeza en gozo, los alegraré y aliviaré sus penas / R.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 15, 21-28

“Mujer, qué grande es tu fe” 

En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: “Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo”. Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: “Atiéndela, que viene detrás gritando”. Él les contestó: “Solo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel”. Ella los alcanzó y se postró ante Él, y le pidió: “Señor, socórreme”. Él le contestó: “No está bien echar a los perros el pan de los hijos”. Pero ella repuso: “Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos”. Jesús le respondió: “Mujer, qué grande es tu fe; que se cumpla lo que deseas”. En aquel momento quedó curada su hija.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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