“Muchos de sus discípulos lo abandonaron y no siguieron con Él” (Jn 6, 66)
Como a los discípulos en el evangelio de este día, también a nosotros puede parecernos difícil de comprender algunas de las enseñanzas de Jesús: “¡Qué enseñanza tan difícil! ¿Quién puede entenderla”. Dificultad que nos hace tropezar en la fe y desistir muchas veces de los intentos que hacemos por leer y estudiar su Palabra, profundizar algunos temas del Catecismo de nuestra Iglesia Católica o llevar sus enseñanzas a la vida de cada día. Pero más allá, de estas dificultades, Jesús nos invita como a sus discípulos, a revisar nuestra fe, ver el lugar que ocupa en nuestra existencia y la gran necesidad de Dios que el Espíritu Santo despierta constantemente en nuestro interior: “Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí si mi Padre no se lo concede”. Solo así podremos como Pedro reconocer el lugar central que Jesús ocupa en nuestra vida y tener la certeza que solo con él, todo cobra sentido: “Señor, ¿a quién vamos a ir? ¡Tú tienes palabras de vida eterna! Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”. Pidamos al Señor en este día la capacidad de aprender a reconocer la importancia que su vida y sus enseñanzas tienen en nuestra existencia, y la forma como nosotros podemos fortalecer mucho más nuestra experiencia de fe desde cada una de ellas.
Reflexionemos:
¿Qué realidades personales o sociales nos hacen tropezar en la fe?, ¿reconocemos como Pedro la gran necesidad que tenemos de Jesús en nuestra vida?
Oremos:
Ayúdanos, Señor, a experimentar a cada momento la gran necesidad que tenemos de ti. A reconocer que solo a tu lado, nuestra vida es plena, feliz y abierta a las necesidades de quienes están a nuestro lado. Amén.
Recordemos:
Solo en Jesús encontramos el sentido pleno de nuestra existencia.
Actuemos:
Pongamos en manos del Señor, en esta jornada aquellas realidades que nos hacen tropezar en la fe y pidámosle la gracia de aprender a superarlas de su mano.
Profundicemos:
Orar con la Palabra de Dios nos ayuda a fortalecer nuestra experiencia de fe y a reconocer el lugar protagónico que Jesús ocupa en nuestra existencia (Libro: Agenda litúrgica 2022).