20 de Noviembre

Escucha La Palabra de Dios para cada día

 Primera Lectura

Lectura del Segundo libro de Samuel 5, 1-3

 
Todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a David y le dijeron: “Aquí nos tienes. Somos de la misma sangre que tú. Además hace ya mucho tiempo, desde cuando Saúl era nuestro rey, tú eras el que dirigías a Israel en todas sus empresas. Más aún, el Señor te dijo: ‘Tú pastorearás a mi pueblo Israel, tú serás el jefe de Israel’”. Fueron, pues, todos los ancianos de Israel a Hebrón a ver al rey David, y allí él hizo un pacto con ellos delante del Señor, y ungieron a David como rey de Israel..
 

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Salmo responsorial 143, 1-2. 9-10

 

R. Vamos alegres a la casa del Señor.

¡Qué alegría cuando me dijeron: “Vamos a la casa del Señor”! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén / R.

Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia en el palacio de David / R.

 

Segunda Lectura

 
Lectura de la Carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 1, 12-20

 
Hermanos: Den gracias al Padre, que los ha hecho capaces de participar de los dones concedidos a los ángeles, admitiéndolos en el reino de la luz. Pues Él nos sacó del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo querido, en quien tenemos la redención, el perdón de los pecados. Cristo es la imagen de Dios invisible y el Primogénito de todas las criaturas; porque en Él fueron creados todos los seres del cielo y de la tierra, visibles e invisibles, sean tronos o autoridades, poderes o milicias celestiales. Toda la creación existe por Él y para Él. Así Él es anterior a todo, y todo encuentra en Él su consistencia. Así también Él es la cabeza del cuerpo, la cabeza de la Iglesia. Cristo es el principio, y para tener la primacía de todo, es el Primogénito de los resucitados. Porque Dios quiso depositar en Él toda la plenitud de sus dones y reconciliar por Él  y con Él todos los seres, restableciendo la paz en la tierra y en el cielo con su sangre derramada en la cruz.

 
L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 23, 35-43

 

Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino

Estando Jesús en la cruz, empezaron los jefes a comentar con sorna: “Si salvó a otros, que se salve a sí mismo, puesto que es el Mesías escogido por Dios”. Los soldados también se acercaron y se burlaron de Él. Le ofrecían vino ácido y le decían: “¡Si tú eres el rey de los judíos, sálvate!”. En efecto, encima de Él había un letrero que decía: “Este es el rey de los judíos”. Uno de los malhechores crucificados lo insultó diciendo: “¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros”. Pero el otro lo reprendió diciéndole: “Sufriendo la misma pena que Él, ¿no tienes temor de Dios? Nosotros la sufrimos justamente, porque recibimos el castigo merecido, pero Él no ha hecho nada malo”. Y añadió: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”. Él le respondió: “Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso”.

 

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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