“Pasemos a la otra orilla del lago” (Mc 4, 35)
Llegamos con gran alegría al XII Domingo del Tiempo Ordinario y la liturgia nos invita a cruzar la otra orilla, para dejarnos sorprender por la novedad que hay más allá de las fronteras de nuestros temores o comodidades. Jesús sube en este día a la barca con sus seguidores y los motiva a ir a la otra orilla del lago Galilea. De repente se desata una gran tormenta y la barca empieza a hundirse. Los discípulos se llenan de temor y se ven obligados a despertar a Jesús que dormía en la parte trasera de la barca. Al despertarlo, le reclaman por dejarlos solos a su suerte: “Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?”. Jesús inmediatamente calma la tormenta y reprocha a sus seguidores su falta de fe: “¿Por qué tanto miedo? ¿Todavía no tienen fe?”. Como los discípulos nosotros también podemos llenarnos de temor frente a las tormentas que llegan a nuestra existencia, o frente a las experiencias nuevas que nos implican desacomodarnos y dejar nuestra zona de confort y sentir que Dios nos ha abandonado. Pidamos al Señor, en esta nueva semana que abre para nosotros, nos enseñe a acoger con fe y apertura los contratiempos que llegan a nuestra vida y nos ayude a reconocer su presencia en medio de ellos.
Reflexionemos:
¿Cómo reaccionamos frente a las realidades imprevistas que llegan a nuestra existencia?, ¿reconocemos a Jesús en medio de ellas?
Oremos:
Danos, Señor, la capacidad de acoger con fe y valor las tormentas que de manera imprevista llegan a nuestra existencia. A reconocer como tú nos acompañas y nos fortaleces en medio de ellas. Amén.
Recordemos:
Las tormentas llegan a nuestra vida para ayudarla a crecer y renovarse, pero muy especialmente para ayudarnos a reconocer la presencia de Dios.
Actuemos:
Pensemos en este día que nuevas enseñanzas ha dejado en nuestra vida la tormenta desatada por la pandemia y como hemos reconocido la presencia de Dios en ella.
Profundicemos:
Las realidades difíciles que vivimos nos ayudan a sacar lo mejor de nosotros mismos y a descubrir la fuerza que Dios imprime en nuestra vida (Libro: Más allá del límite).