20 de Diciembre

 

El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra (Lc 1, 35)

 

Llegamos al cuarto Domingo de Adviento y el evangelio cada vez más nos permite experimentar la proximidad de la Navidad a través de la anunciación. Acontecimiento en el que junto a nuestra madre María, podemos sentir la cercanía y el amor de Dios por cada uno de nosotros, al escoger a una mujer para que fuera su madre y poder así, asumir nuestra condición humana. Como María, Dios también quiere encarnarse en nuestro corazón e invitarnos a no tener miedo de darle mayor cabida en nuestra vida:No temas, María, porque encontraste gracia delante de Dios”. Así mismo, mostrarnos la gran alegría que él quiere traer a nuestra existencia: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. La anunciación nos invita además a reconocer el papel protagónico que tiene el Espíritu Santo no solo en la vida de María, sino también en la nuestra, ya que él, es quien hace posible que Jesús se encarne en María y se forme en nuestro corazón. Pidamos al Señor que en esta última semana de Adviento que iniciamos hoy, podamos ser más conscientes de todo aquello que el Espíritu Santo obra en nosotros y abrir nuestra más vida a él, para que la fecunde y la llene con su luz.

 

Reflexionemos:

¿La presencia de Dios llena de alegría nuestro corazón?, ¿cómo podemos abrir nuestra vida más a la acción del Espíritu Santo en este tiempo de Adviento?

 

Oremos:

Gracias, Señor, por encarnarte en el seno de la Virgen María y en nuestro corazón. Gracias por hacerte uno de nosotros y revelarnos con tu vida, el rostro tierno y amoroso de Dios. Amén.

 

Recordemos:

En María, Dios nos llama a todos a darle mayor cabida a Jesús en nuestra vida.

 

Actuemos:

Pidamos a la Virgen María en este día que nos ayude a darle mayor espacio a Jesús en nuestro corazón y en la vida de nuestras familias.

 

Profundicemos:

El Adviento es un tiempo especial para conocer en familia la vida de la Virgen María y enseñar a los más pequeños, el gran amor que Dios tuvo por ella, al elegirla para ser la madre de su hijo (Libro: Mi primer libro acerca de María).

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