18 de Septiembre

Escucha La Palabra de Dios para cada día

Primera Lectura

Lectura de la profecía de Amós 8, 4-7

Oigan esto, ustedes, que explotan al pobre y quieren acabar con los humildes. Con impaciencia esperan que termine la fiesta de la luna nueva para vender su trigo, y no ven el momento de que pase el sábado para abrir los almacenes. Disminuyen la cantidad y aumentan el precio, usan balanzas falseadas, y venden hasta el desecho del trigo. ¡Los necesitados tienen que venderse a ustedes por dinero, ustedes compran al pobre por un par de sandalias! El Señor, que es la gloria de Israel, lo jura: Jamás olvidaré todo lo que han hecho.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

Salmo responsorial 112, 1-2. 4-8

R. El Señor no olvida jamás al pobre.

Alaben, siervos del Señor, alaben el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre / R.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos. ¿Quién como el Señor Dios nuestro, que se eleva para mirar al cielo y a la tierra? / R.

Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo / R.

Segunda Lectura

Lectura de la Primera Carta del apóstol san Pablo a Timoteo 2, 1-8

Querido hermano: Mi primera recomendación es que hagan súplicas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por la humanidad entera, por los reyes y todas las autoridades, para que podamos llevar una vida tranquila y en paz, con todo lo que ello implica de piedad y de nobleza. Cosa buena es esta y agradable a Dios nuestro Salvador, que quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad. Porque no hay sino un solo Dios, y un solo hombre para mediar entre Dios y los hombres, Cristo Jesús: Él fue quien pagó con la propia vida el precio de la libertad para todos, y dio con ello el testimonio definitivo del querer de Dios. Para dar y pregonar ese mismo testimonio he sido constituido apóstol, como también –la verdad sea dicha, yo no miento– maestro de los paganos en la fe y la verdad. Así pues, quiero que los hombres oren en todas partes, alzando al cielo unas manos puras, libres de iras y disensiones.

L: Palabra de Dios
T: Te alabamos, Señor

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 16, 1-13

“No es posible servir a Dios y al dinero”

Siguió Jesús hablando en parábolas y les dijo a sus discípulos: “Había una vez un hombre rico que tenía un administrador. Y un día le avisaron que el administrador le estaba malgastando sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: ‘¿Qué hay de cierto en lo que me informan de ti? Dame cuentas de tu administración, porque vas a tener que dejar ese cargo’. El administrador se puso a pensar: ‘Mi patrón me va a quitar la administración. ¿Qué hago ahora? Para echar azadón no tengo fuerzas, y vivir de limosna me da vergüenza. ¡Ya sé lo que debo hacer, para que cuando me quiten la administración, tenga quienes me reciban en su casa!’. Entonces empezó a llamar a cada uno de los que tenían deudas con su patrón. A uno le preguntó: ‘¿Cuánto le estás debiendo a mi patrón?’. Él contestó: ‘Cien garrafas de aceite’. Entonces le dijo el administrador: ‘Aquí está el comprobante de tu deuda’; siéntate en seguida y rebájala a cincuenta’. A otro le preguntó: ‘Y tú, ¿cuánto le estás debiendo?’. Él contestó: ‘Cien sacos de trigo’. Entonces le dijo el administrador: ‘Aquí está el comprobante de tu deuda; rebájala a ochenta’. Y el patrón no pudo menos de reconocer que ese administrador irresponsable en esto procedió astutamente. En realidad, –continuó Jesús– los mundanos son más astutos en sus negocios, que los que pertenecen al reino de la luz. Por eso, yo les digo: Aprovechen esta falsa riqueza para ganar amigos; y así, cuando se acabe, tendrán quien los reciba en las moradas eternas. El que es digno de confianza en lo más pequeño, lo es también en lo grande. Y el que es de mala fe en lo más pequeño, también es de mala fe en lo grande. Si no merecen confianza en el manejo de la falsa riqueza, nadie les va a confiar la verdadera. Y si no merecen confianza en el manejo de los bienes ajenos, nunca serán dueños de los bienes que quiere darles Dios. Ningún siervo puede servir a dos señores. Pues despreciará a uno por querer al otro, o al menos atenderá a uno y al otro lo descuidará. No es posible servir a Dios y al dinero”.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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