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12 de Abril

Escucha La Palabra de Dios para cada día

 

Primera Lectura

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 4, 23-31

Una vez puestos en libertad, Pedro y Juan se dirigieron a los hermanos y les contaron todo lo que los sumos sacerdotes y los ancianos del sanedrín les habían dicho. Ellos, al oírlo, a una voz oraron a Dios diciendo: “Señor, tú hiciste el cielo, la tierra, el mar y todo cuanto hay en ellos, y tú pusiste con tu Espíritu Santo estas palabras en boca de nuestro padre David, tu siervo: ‘¿Por qué se amotinan las naciones, y los pueblos planean un fracaso? Se alían los reyes de la tierra, los príncipes conspiran contra el Señor y contra su Mesías’. De hecho, en esta ciudad Herodes y Poncio Pilato se aliaron con las naciones y con gente del pueblo de Israel contra tu santo siervo Jesús, a quien ungiste como Mesías, llevando a cabo lo que tú de antemano habías dispuesto que sucediera. Ahora, Señor, mira cómo nos amenazan, y concede a tus servidores que puedan proclamar con toda libertad tu palabra, y extiende tu mano para hacer curaciones, milagros y prodigios por la invocación del nombre de tu santo siervo Jesús”. Y luego que terminaron de orar, tembló el lugar donde estaban reunidos, y todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a proclamar la Palabra de Dios con libertad de espíritu.

 

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Salmo responsorial 2, 1-9

 

 R.  Dichosos los que se refugian en ti, Señor.

¿Por qué se amotinan las naciones, y los pueblos planean un fracaso? Se alían los reyes de la tierra, los príncipes conspiran contra el Señor y contra su Mesías: “Rompamos sus coyundas, sacudamos su yugo” /R. 

El que habita en el cielo sonríe, el Señor se burla de ellos. Luego les habla con ira, los espanta con su cólera: “Yo mismo he establecido a mi Rey en Sión, mi monte santo” /R.  

Voy a proclamar el decreto del Señor; Él me ha dicho: “Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy” /R.

“Pídemelo: te daré en herencia las naciones, en posesión los confines de la tierra: los gobernarás con cetro de hierro, los quebrarás como jarro de loza” /R.

 

Evangelio San Juan 3, 1-8

 

“Si uno no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios”

 

Había un dirigente judío, del grupo de los fariseos, llamado Nicodemo, que fue a ver a Jesús de noche y le dijo: “Maestro, sabemos que Dios te ha dado autoridad para enseñar, porque nadie puede realizar las maravillas que tú haces si Dios no está con él”. Jesús le respondió: “Te aseguro que el que no vuelva a nacer, no puede ver el Reino de Dios”. Nicodemo le replicó: “¿Cómo puede uno volver a nacer, siendo ya viejo? ¿Acaso puede volver al seno de su madre para nacer otra vez?”. Y Jesús respondió: “Te aseguro que el que no nazca del agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios. De la carne nace lo carnal; en cambio, del Espíritu nace lo espiritual. No te extrañes de que te haya dicho que debes volver a nacer. El viento sopla donde quiere: oyes el ruido que hace, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así pasa con el que nace del Espíritu”.

 

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

 

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