10 de Noviembre

Escucha La Palabra de Dios para cada día

 

Primera Lectura

Lectura del libro de la Sabiduría 6, 1-11

Escuchen, reyes, y entiendan; apréndanlo, gobernantes del orbe hasta sus confines; presten atención, los que dominan los pueblos y alardean de multitud de súbditos; el poder les viene del Señor, y el mando, del Altísimo: Él indagará sus obras y explorará sus intenciones; siendo ministros de su reino, no gobernaron rectamente, ni guardaron la ley, ni procedieron según la voluntad de Dios. Repentino y estremecedor vendrá sobre ustedes, porque a los encumbrados se les juzga implacablemente. A los más humildes se les compadece y perdona, pero los fuertes sufrirán una fuerte pena; el Dueño de todos no se arredra, no le impone la grandeza: Él creó al pobre y al rico y se preocupa por igual de todos, pero a los poderosos les aguarda un control riguroso. Se lo digo a ustedes, soberanos, a ver si aprenden a ser sabios y no pecan; los que observan santamente su santa voluntad serán declarados santos; los que se la aprendan encontrarán quién los defienda. Ansíen, pues, mis palabras; anhélenlas, y recibirán instrucción.

 

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Salmo responsorial 81, 3-4. 6-7

 

 R. Levántate, oh Dios, y juzga la tierra. 

“Protejan al desvalido y al huérfano, hagan justicia al humilde y al necesitado, defiendan al pobre y al indigente, sacándolos de las manos del culpable” /R. 

Yo declaro: “Aunque sean dioses e hijos del Altísimo todos, morirán como cualquier hombre, caerán, príncipes, como uno de tantos” /R. 

 

 

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Evangelio San Lucas 17, 11-19

 

“¿No ha vuelto más que este extranjero 

para dar gloria a Dios?”

 

Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”. Al verlos, les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Este era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: “¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?”. Y le dijo: “Levántate, vete; tu fe te ha salvado”.

 

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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