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10 de Marzo

Escucha La Palabra de Dios para cada día

 

Primera Lectura

Lectura del libro del Génesis 37, 3-4. 12-13a. 17b-28

José era el hijo preferido de Israel porque le había nacido siendo él ya viejo; y su padre mandó hacerle una túnica digna de un príncipe. Al ver sus hermanos que su padre lo prefería a los demás, empezaron a odiarlo y ni siquiera lo saludaban. Un día los hermanos de José fueron a Siquén, en busca de pastos para las ovejas de su padre. Israel dijo a José: “Tus hermanos deben estar con las ovejas en Siquén. Quiero que vayas a verlos”. José se fue en busca de sus hermanos y los encontró en Dotán. Ellos lo vieron desde lejos y antes que se acercara hicieron planes para matarlo. Se decían unos a otros: “Ahí viene el hombre de los sueños. Matémoslo y echémoslo en una cisterna; luego decimos que una fiera lo devoró, y veremos en qué paran sus sueños”. Oyó esto Rubén e intentando salvarle la vida dijo: “No le quitemos la vida. No derramen sangre; échenlo en la cisterna, en este sitio despoblado, pero no atenten contra su vida”. Lo decía para librarlo de sus manos y devolvérselo a su padre. Cuando llegó José a donde estaban sus hermanos, lo agarraron, le quitaron la túnica, su túnica de príncipe, y lo echaron en una cisterna vacía, sin agua. Y se sentaron a comer. Alzando la vista vieron una caravana de ismaelitas que transportaban en camellos goma, resina y sustancias aromáticas de Galaad a Egipto. Entonces Judá les propuso a sus hermanos: “¿Qué sacamos con matar a nuestro hermano y después ocultar su muerte? Vendámoslo  a los ismaelitas en vez de atentar contra su vida, que al fin y al cabo es hermano nuestro, de nuestra misma sangre”. Ellos aceptaron. Pero en aquel momento pasaron por ahí unos comerciantes de Madián, y sacaron a José de la cisterna y se lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas de plata. Y los ismaelitas se lo llevaron a Egipto.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Salmo responsorial 104, 16-21

R. Recuerden las maravillas que hizo el Señor.

Llamó al hambre sobre aquella tierra: cortando el sustento de pan; por delante había enviado a un hombre, a José, vendido como esclavo / R.

Le trabaron los pies con grillos, le metieron el cuello en la argolla, hasta que se cumplió su predicción, y la Palabra del Señor lo acreditó / R.

El rey lo mandó desatar, el señor de pueblos le abrió la prisión, lo nombró administrador de su casa, señor de todas sus posesiones / R.

Aclamación antes del Evangelio (Cf. Jn 3, 16)

“Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único; todo el que cree en Él tiene vida eterna”.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 21, 33-43. 45-46

“Este es el heredero: vamos a matarlo y nos apoderamos de su herencia”

Estando en Jerusalén, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “Escuchen esta otra parábola. Una vez un patrón plantó una viña, la rodeó con una cerca, construyó el lagar para exprimir las uvas y levantó la torre del guardián. Luego la arrendó a unos que la cultivaran y se fue. Cuando llegó el tiempo de recoger las uvas, envió a sus criados a donde los cultivadores para cobrarles la parte que le correspondía. Pero los cultivadores agarraron a los criados y apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon. Todavía envió a otros criados, más numerosos que los primeros, pero los trataron de igual manera. Finalmente les envió a su hijo pensando que por tratarse de su hijo lo respetarían. Pero los cultivadores, al ver al hijo, dijeron: ‘Este es el heredero: vamos a matarlo y nos quedamos con su herencia’. Y efectivamente lo agarraron, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron. Ahora pregunto: cuando venga el dueño de la viña, ¿qué hará con esos cultivadores?”. Ellos respondieron: “Pues les dará una mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros cultivadores, que le entreguen puntualmente la parte de la cosecha que le corresponde”. Jesús entonces les dijo: “¿No han leído nunca lo que está en las Escrituras? ‘La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente’. Por eso les digo: Dios les va a quitar su Reino para confiárselo a un pueblo que produzca frutos”. Al oír sus parábolas los sumos sacerdotes y los fariseos, se dieron cuenta de que se refería a ellos. Y trataron de apoderarse de él, pero tuvieron miedo a la multitud, que lo tenía por profeta.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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